Respuesta a los testimonios - Obispo Munib A. Younan

Obispo Munib A. Younan, Presidente de la Federaci�n Luterana Mundial

Evento ecum�nico en el recinto Malm� Arena

Lunes 31 de octubre de 2016

Me colma de alegr�a estar hoy aqu� dando testimonio de la obra del Esp�ritu Santo que siembra unidad entre los seguidores Jes�s. En palabras de Martin Lutero, el Esp�ritu Santo

llama, congrega, ilumina y santifica a toda la cristiandad en la tierra, y la conserva unida a Jesucristo en la verdadera y �nica fe.

Hoy, en Lund y Malm�, experimentamos el milagro moderno del Esp�ritu Santo como hace 2.000 a�os lo hicieron los disc�pulos en Jerusal�n, mi ciudad natal. Damos gracias al Dios Trino por estar pasando del conflicto a la comuni�n. Nuestro encuentro hist�rico de este d�a env�a al mundo entero el mensaje de que los compromisos religiosos que se mantienen firmemente pueden conducir a la reconciliaci�n, antes bien que contribuir siempre a m�s conflicto en nuestro mundo ya turbulento. Cuando las personas religiosas obramos por la unidad y la reconciliaci�n, la religi�n puede promover el florecimiento de todas las comunidades humanas.

Escuch� atentamente sus testimonios que me llegaron al fondo del coraz�n. En su primera carta a la iglesia de Corinto, refiri�ndose al cuerpo de Cristo, Pablo dice: De manera que, si uno de los miembros padece, todos los miembros se conduelen, y si uno de los miembros recibe honores, todos los miembros se regocijan con �l. (1 Co 12.26). Hoy, todos los que escuchamos sus testimonios sufrimos con ustedes, incluso si honramos los numerosas formas en que Dios ha trabajado a trav�s suyo para abordar las necesidades de su pr�jimo.

Pranita, te agradezco que nos haya desafiado con la noci�n de que la justicia clim�tica no es una preocupaci�n aislada. Los cambios que vemos en el clima nos afectan a todos, empezando por los m�s vulnerables. As� pues, la justicia clim�tica abarca la justicia inter-generacional y la justicia de g�nero. Las iglesias tienen un rol importante que desempe�ar en la configuraci�n de la pol�tica clim�tica. T� y muchos otros j�venes nos convirtieron a nosotros, l�deres mayores, a la causa de enfrentar el cambio clim�tico. Les pido a todos ustedes que contin�en trabajando para que las cosas cambien. Nunca guarden silencio. Como dice el salmista: la tierra es del Se�or. El cambio clim�tico es una cuesti�n de justicia para la creaci�n de Dios.

Cuando el Consejo de la FLM se reuni� en Bogot� en 2012, o�mos clamores de colombianos de todos los grupos y partidos. En Colombia, Monse�or Fabio, as� como otros l�deres cat�licos y luteranos, siempre preconizaron una reconciliaci�n pac�fica tras 52 a�os de guerra civil en ese pa�s. En momentos en que saludamos a quienes aceptaron una paz negociada, ruego junto con los colombianos: denle una oportunidad a la paz. Denle a su pueblo la oportunidad de vivir con dignidad y justicia. No permitan que las armas y sus codiciosos mercaderes arruinen su vida. Solo la paz aportar� un futuro de vida abundante. Sabemos que la vasta mayor�a del pueblo colombiano nadad tiene que ver con los combates y la guerra. Gracias por plantear los retos que afrontan las comunidades ind�genas, en particular: quienes estaban all� antes que se trazaran las modernas fronteras en torno a ellos y que las ideolog�as modernas los dejaran atrapados en el conflicto. Qu� ellos tambi�n tengan paz y derechos en su tierra.

Marguerite y Rose, nuestras hermanas de Burundi y Sud�n del Sur, nos recordaron el alto precio que pagan los ni�os en tiempos de conflicto y desplazamiento. Los ni�os representan alrededor del 41% de los 43 millones de refugiados que hay en el mundo; las mujeres son casi la mitad de esa cifra. Yo soy un refugiado palestino cuyos padres son de Beerseba. Todos los refugiados son mis hermanas y mis hermanos en humanidad. Mi familia era pobre y desplazada, pero entonces la iglesia nos acogi� en sus brazos. Todav�a saboreo el gusto del chocolate que la Federaci�n Luterana Mundial envi� con la comida para fortalecernos. Las iglesias de Jerusal�n nos educaron, nos nutrieron en la fe y cuidaron nuestras necesidades espirituales y materiales. La iglesia luterana nos empoder� para la justicia. Llamo a todas las iglesias del mundo a acoger al extranjero entre nosotros, tal como establece el documento del ACNUR. Nos empe�amos en educar y empoderar a todas las personas refugiadas y dem�s para que puedan retornar y construir su propia sociedad civil. Adem�s de proclamar el evangelio del amor total del Dios, como dijera nuestra hermana de Burundi, desafiamos a cada Estado del mundo a hacer justicia como dice Miqueas para todas las comunidades que experimentan la injusticia (Miqueas 6.8). A dejar de lado los intereses pol�ticos y trabajar por la dignidad de cada hijo de Dios.

En breve escucharemos al Obispo Antoine de Alepo. Hoy en d�a es vital que hablemos de las dificultades que afrontan los cristianos en Oriente Medio. Ustedes, en Siria e Iraq junto con comunidades cristianas de Bangladesh, Nigeria, Pakist�n, Sud�n y Sud�n del Sur nos ense�aron el verdadero significado del t�rmino martyria. Ustedes son nuestros modelos de roles. Si bien no queremos morir por nuestra fe, nuestras oraciones est�n con aquellas comunidades que sufren una presi�n y una persecuci�n crecientes. Los cristianos que viven en contextos dif�ciles anhelan ser parte integral de sus sociedades, ciudadanos en pie de igualdad con los mismos derechos y deberes, aceptando la diversidad. Para todos ustedes, el mensaje de Jes�s es claro: Ustedes son un reba�o peque�o. Pero no tengan miedo, porque su Padre ha decidido darles el reino (Lucas 12.32).

Hoy hemos escuchado sus voces que aspiran a la justicia. Dado que somos libres por la gracia de Dios, no tenemos m�s alternativa que trabajar por la justicia. En este mundo no podr� haber paz sin justicia. Al igual que ustedes hablaron con una sola voz, tambi�n nuestras iglesias deben hacerlo, aline�ndose con todas las personas de buena voluntad para formar una sinfon�a de justicia que perturbe a todos aquellos que quisieran promover la opresi�n. Les pido a todos ustedes que oren por mi pa�s y por una soluci�n justa del conflicto israelo-palestino. Orar para que se haga la voluntad de Dios en t�rminos de justicia. Orar para que Jerusal�n sea una ciudad compartida por tres religiones juda�smo, cristianismo e islamy dos pueblos: palestinos e israel�es. Dejemos que la justicia se extienda por todo Oriente Medio y todos los rincones de la Tierra.

Gustavo Guti�rrez escribi�: Nuestra conversi�n al Se�or implica& una conversi�n al pr�jimo. Al reunirnos aqu�, cat�licos y luteranos con muchos otros invitados ecum�nicos, el Esp�ritu Santo nos desaf�a a nuevos comienzos. Conf�o en que nuestro prop�sito com�n no solo se encuentre en nuestro di�logo teol�gico, sino tambi�n en el testimonio pr�ctico, martyria, de la diakonia prof�tica. La FLM adhiere con entusiasmo al acuerdo entre C�ritas y el Servicio Mundial para trabajar juntos a fin de aliviar el sufrimiento humano, ya sea causado por los desastres naturales, la opresi�n pol�tica, la pobreza sist�mica o las enfermedades transmisibles. Me enorgullece responder al llamado de Dios con ustedes para que el mundo vea que luteranos y cat�licos se aman los unos a los otros y sirven al pr�jimo para que el mundo pueda creer. Qu� dios los bendiga; oramos para que Dios bendiga nuestra profunda relaci�n rec�proca.